miércoles, 16 de julio de 2014

Alma y piel

Entonces me invitaste a seguir, Un olor a limpio de sabanas recién lavadas y almohadas puras me invitaron a creer…
Noté que todo era para uno, una pequeña cama sencilla donde cupimos dos, un cepillo de dientes, botellas de agua vacías otras por la mitad, el típico desorden de solitario, una bicicleta y una que otra historia que quisiste compartir por alguna razón, me olvide de la razón y me deje llevar, solo quería olvidar… olvidar la soledad.
Desde el primer día fueron pocas las palabras, las explicaciones, los rótulos, solo fue cuestión de ser, de hacer y sobre todo de sentir…
A ausencia de palabras, de excusas y reproches,  agudice el sentido de la interpretación, leía cada señal, cada frase inconclusa, las no miradas, las caricias, la desnudez y un papel doblado por la mitad en la mesita de madera.
Conocí la fuerza del silencio, llegue al nivel más alto de la comunicación, no dije nada, tampoco lo escuché, pero lo supe todo con detalles.
Desde entonces camine un camino de aprender a vivir sin culpas, dudas ni egos, a pedir lo que necesito… a pedir amor.
Me conecté con mi yo austero, desprendido y sin estereotipos, me dejé seducir por la inestabilidad, la incertidumbre, por la imperfección…
Pasaste tu mano por mi cuerpo, dibujaste círculos pequeños en mi muslo y respire profundo… me volví piel, tacto puro, deseé tan profundo y mire de frente al placer…
Toqué fuerte, bese hondo, mire prolongado y respire muy rápido, cada día, cada mañana, los días pasaron como agua entre los dedos…
Me conecté, fluí como el viento, y entendí que la compañía es una oportunidad de encontrarme conmigo misma, me vi en ti como en un espejo, materialicé contigo mis deseos más profundos.
Desnudé mi cuerpo y mi alma dejando ver el yo más vulnerable,  mi estado más básico, camine vendada de tu mano sin miedo a caer, a mostrarme imperfecta, 
Consiente, preparada a asumir el futuro incierto, la verdad incómoda…  me dispuse a vivir a quedarme con lo conveniente… con lo positivo.
fue cuando desperté cada mañana y busqué tu mano, paseé por tu piel, grabando formas y texturas, quedándome con tu olor, sintiendo el sabor de tu presencia. Deseando más. Ahí debajo de las cobijas justo a esa hora de la mañana, tenía todo lo que quería, lo que necesitaba, en lo creía…
Frinny M. Torres.
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