domingo, 11 de agosto de 2013

Soledad

Recuerdas aquellas historias de princesas y castillos de cristal que te conté que creía alguna vez, durante este tiempo desperté y supe que no eran tan ciertas, los príncipes se extinguieron hace algunos siglos atrás y los finales felices ya hacen parte de una obsoleto formato. Aprendí que lo que vende son las buenas historias, aquellas que puedes hacer con tu presente, ese que se puede forjar con el placer del momento, para al día siguiente recordarlo e incluirlo en el álbum de tú vida. Oh si, Salí del colorido y animado librito de cuentos para dormir y entre en una película de acción con  placeres y personajes en 3D, con algunas traiciones que le dan el toque real y uno que otro orgasmo que le da larga vida al film, un perro que te mira melancólico jurándote fidelidad eterna y un par de cuentas de recibo que yacen en el Buró y que toca pagar pronto si no quieres dormir desnuda y con las ventanas abiertas.

Una película muda donde brindas cada noche con el espejo y en el que te toca contarle tus penas a estas hojas blancas y silenciosas, que nadie leerá nunca. Parada desde esta ventana en mitad de esta gran metrópolis puedo mirar a todos caminar de la mano, yo veo a todos desde este séptimo piso, pero nadie me ve a mí.

Entonces salgo de la humedad de esta habitación, me voy a un bar barato, ahí pido algo para pensar y me quedo escuchando desde la barra al pianista interpretar a Simon y a Garfunkelmi propia historia de vida como si estos conocieran de cerca mi solitaria realidad, aquí puedo ver otras soledades todas en dimensiones diferentes, con caras y cuerpos diferentes pero con un aire común, en el que inexplicablemente me siento identificada.

Vivo en una dimensión oculta y con unos muros altos alrededor donde muy pocos pueden entrar, yo diría que nadie, es una especie de isla donde me fumo y me tomo la vida y en el que de vez en cuanto me paro a la ventana a mirar como camina ella, la vida, y sus afortunadas compañías.

En ocasiones hago entrar invitados a quedarse a dormir, vienen y compartir historias, a veces tenemos sexo otras no, dejan su olor y se marchan, nunca se quedan, entonces pongo fuerte a Nina Simone y los olvido. 

Frinny M. Torres.
Copyright 2013©





RECUERDOS

Siento  que si cierro los ojos, puedo verte ahora mismo, que puedo llamarte desde aquí y que me escuchas en algún lugar, que el espacio que está entre nosotros solo es una barrera mental, que si me esfuerzo puedo conectarme contigo y sentir tu olor, tal como si estuviéramos en aquel restaurante donde me mirabas fijamente para decir algo con los ojos; Esta vez, no te esquivare las miradas querido, ahora sí quiero mantenerte fija y contundentemente, esa con la que penetrabas mi voluntad, esa misma  mirada en la que mostrabas profundo interés por mi y con la que me hacías sentir especial, aceptada y protegida.

Esa angustia que me invadía cuando se terminaba la noche y debía volver a la soledad de tu ausencia, como contaba los segundos que faltaban para despedirme, no veía la hora de despertar a tu lado, ese anhelado momento con el que soñé cada noche y el que un día sin pedírtelo  hiciste realidad.

Esa noche besaste mi cuerpo, metiste con fuerza tus dedos en mi pelo y susurraste una frase que no entendí en mi oído, agarraste fuerte mi mano, entrelazando tus dedos entre los míos, me diste alas para conocer el cielo una y otra vez, disfrutabas sentirme feliz, me mirabas, no quitaste tus ojos un segundo de los míos, luego besaste mi boca como quien necesita tomar algo para vivir, desde entonces dependí de tu olor, de tus manos, de tu imperfección.

Una vez, mientras mirábamos la luna te descubrí dibujar con tu dedo el contorno de mi cintura, apretarme fuerte la parte más delgada de mi torso, y fue ahí donde conocí la mirada del deseo, la sed de sentir a alguien más, desde ese momento me apropie del concepto y te desee de manera progresiva todos los días de nuestro encuentro, hasta que un día me di cuenta, que aquel ejemplo de mi ocasional y perfectamente controlada adicción al  cigarrillo que te di, cuando me propusiste olvidarte, no iba a funcionar esta vez, que llegaría un punto de no retorno, donde  no podría controlar mi necesidad de estar contigo.  

Ahora que me encuentro atrapada en este laberinto de soledad y desconsuelo, puedo ver las fotografías que tomamos juntos y restaurar el momento, puedo escuchar tu voz y pensar que estoy ahí contigo que no te has ido y que no viviré otro momento igual.
Me dejaste un papel de épocas napoleónicas pegado a mi pared, una vela que quemé en una noche melancólica, para fumarme el analgésico que me alivia el alma, esa noche me di cuenta que la vida puede darte el éxtasis y la profundidad que necesitas para ser feliz, y que sin preguntártelo también se los lleva para que despiertes y empieces a soñar. También dejaste el sabor de tus besos, un contundente dolor en las entrañas y una soledad que la complementa armónicamente.

Frinny M. Torres.
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