Entonces
me invitaste a seguir, Un olor a limpio de sabanas recién lavadas y almohadas
puras me invitaron a creer…
Noté
que todo era para uno, una pequeña cama sencilla donde cupimos dos, un cepillo
de dientes, botellas de agua vacías otras por la mitad, el típico desorden de
solitario, una bicicleta y una que otra historia que quisiste compartir por
alguna razón, me olvide de la razón y me deje llevar, solo quería olvidar…
olvidar la soledad.
Desde
el primer día fueron pocas las palabras, las explicaciones, los rótulos, solo
fue cuestión de ser, de hacer y sobre todo de sentir…
A
ausencia de palabras, de excusas y reproches,
agudice el sentido de la interpretación, leía cada señal, cada frase
inconclusa, las no miradas, las caricias, la desnudez y un papel doblado por la
mitad en la mesita de madera.
Conocí
la fuerza del silencio, llegue al nivel más alto de la comunicación, no dije
nada, tampoco lo escuché, pero lo supe todo con detalles.
Desde
entonces camine un camino de aprender a vivir sin culpas, dudas ni egos, a
pedir lo que necesito… a pedir amor.
Me conecté con mi yo austero, desprendido y sin estereotipos, me dejé seducir
por la inestabilidad, la incertidumbre, por la imperfección…
Pasaste
tu mano por mi cuerpo, dibujaste círculos pequeños en mi muslo y respire
profundo… me volví piel, tacto puro, deseé tan profundo y mire de frente al
placer…
Toqué
fuerte, bese hondo, mire prolongado y respire muy rápido, cada día, cada
mañana, los días pasaron como agua entre los dedos…
Me
conecté, fluí como el viento, y entendí que la compañía es una oportunidad de encontrarme
conmigo misma, me vi en ti como en un espejo, materialicé contigo mis deseos más
profundos.
Desnudé mi cuerpo y mi alma dejando ver el yo más vulnerable, mi estado más básico, camine vendada de tu
mano sin miedo a caer, a mostrarme imperfecta,
Consiente, preparada a asumir el futuro incierto, la verdad incómoda… me
dispuse a vivir a quedarme con lo conveniente… con lo positivo.
fue cuando desperté cada mañana y busqué tu mano, paseé por tu piel, grabando
formas y texturas, quedándome con tu olor, sintiendo el sabor de tu presencia.
Deseando más. Ahí debajo de las cobijas justo a esa hora de la mañana, tenía
todo lo que quería, lo que necesitaba, en lo creía…
Frinny M. Torres.
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