Siento que si cierro los ojos, puedo verte ahora
mismo, que puedo llamarte desde aquí y que me escuchas en algún lugar, que el
espacio que está entre nosotros solo es una barrera mental, que si me esfuerzo
puedo conectarme contigo y sentir tu olor, tal como si estuviéramos en aquel restaurante
donde me mirabas fijamente para decir algo con los ojos; Esta vez, no te
esquivare las miradas querido, ahora sí quiero mantenerte fija y contundentemente,
esa con la que penetrabas mi voluntad, esa misma mirada en la que mostrabas profundo interés
por mi y con la que me hacías sentir especial, aceptada y protegida.
Esa
angustia que me invadía cuando se terminaba la noche y debía volver a la
soledad de tu ausencia, como contaba los segundos que faltaban para despedirme,
no veía la hora de despertar a tu lado, ese anhelado momento con el que soñé cada
noche y el que un día sin pedírtelo
hiciste realidad.
Esa
noche besaste mi cuerpo, metiste con fuerza tus dedos en mi pelo y susurraste
una frase que no entendí en mi oído, agarraste fuerte mi mano, entrelazando tus
dedos entre los míos, me diste alas para conocer el cielo una y otra vez,
disfrutabas sentirme feliz, me mirabas, no quitaste tus ojos un segundo de los
míos, luego besaste mi boca como quien necesita tomar algo para vivir, desde
entonces dependí de tu olor, de tus manos, de tu imperfección.
Una
vez, mientras mirábamos la luna te descubrí dibujar con tu dedo el contorno de
mi cintura, apretarme fuerte la parte más delgada de mi torso, y fue ahí donde conocí
la mirada del deseo, la sed de sentir a alguien más, desde ese momento me
apropie del concepto y te desee de manera progresiva todos los días de nuestro
encuentro, hasta que un día me di cuenta, que aquel ejemplo de mi ocasional y
perfectamente controlada adicción al
cigarrillo que te di, cuando me propusiste olvidarte, no iba a funcionar
esta vez, que llegaría un punto de no retorno, donde no podría controlar mi necesidad de estar
contigo.
Ahora
que me encuentro atrapada en este laberinto de soledad y desconsuelo, puedo ver
las fotografías que tomamos juntos y restaurar el momento, puedo escuchar tu voz
y pensar que estoy ahí contigo que no te has ido y que no viviré otro momento
igual.
Me
dejaste un papel de épocas napoleónicas pegado a mi pared, una vela que quemé en
una noche melancólica, para fumarme el analgésico que me alivia el alma, esa
noche me di cuenta que la vida puede darte el éxtasis y la profundidad que
necesitas para ser feliz, y que sin preguntártelo también se los lleva para que
despiertes y empieces a soñar. También dejaste el sabor de tus besos, un contundente
dolor en las entrañas y una soledad que la complementa armónicamente.
Frinny M. Torres.
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