Recuerdas
aquellas historias de princesas y castillos de cristal que te conté que creía
alguna vez, durante este tiempo desperté y supe que no eran tan ciertas, los
príncipes se extinguieron hace algunos siglos atrás y los finales felices ya
hacen parte de una obsoleto formato. Aprendí que lo que vende son las buenas
historias, aquellas que puedes hacer con tu presente, ese que se puede forjar
con el placer del momento, para al día siguiente recordarlo e incluirlo en el
álbum de tú vida. Oh si, Salí del colorido y animado librito de cuentos para
dormir y entre en una película de acción con
placeres y personajes en 3D, con algunas traiciones que le dan el toque
real y uno que otro orgasmo que le da larga vida al film, un perro que te mira
melancólico jurándote fidelidad eterna y un par de cuentas de recibo que yacen
en el Buró y que toca pagar pronto si no quieres dormir
desnuda y con las ventanas abiertas.
Una
película muda donde brindas cada noche con el espejo y en el que te toca
contarle tus penas a estas hojas blancas y silenciosas, que nadie leerá nunca. Parada
desde esta ventana en mitad de esta gran metrópolis puedo mirar a todos caminar
de la mano, yo veo a todos desde este séptimo piso, pero nadie me ve a mí.
Entonces
salgo de la humedad de esta habitación, me voy a un bar barato, ahí pido algo
para pensar y me quedo escuchando desde la barra al pianista interpretar a Simon
y a Garfunkel, mi
propia historia de vida como si estos conocieran de cerca mi solitaria
realidad, aquí puedo ver otras soledades todas en dimensiones diferentes, con
caras y cuerpos diferentes pero con un aire común, en el que inexplicablemente
me siento identificada.
Vivo en una dimensión oculta y con unos muros altos alrededor donde muy pocos pueden
entrar, yo diría que nadie, es una especie de isla donde me fumo y me tomo la
vida y en el que de vez en cuanto me paro a la ventana a mirar como camina
ella, la vida, y sus afortunadas compañías.
En ocasiones
hago entrar invitados a quedarse a dormir, vienen y compartir historias, a veces
tenemos sexo otras no, dejan su olor y se marchan, nunca se quedan, entonces pongo
fuerte a Nina Simone y los olvido.
Frinny M. Torres.
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