domingo, 21 de octubre de 2012

Amuleto de un amor perdido.

Amo ver el mar, me gusta la música, siento que es lo único genui.... Me interrumpió.
- Espera un momento tengo algo para ti, esperas que lo busque?
-Seguro! Aquí estaré,
- Cierra los ojos y recoge tu cabello...
-Es hermoso, es muy muy lindo, pero… ¿por qué?
-Buscaba alguien especial y un lindo cuello a quien dárselo, creo que te lo ganaste... con un chiste argumento mi regalo.

Mirábamos la luna y luego sin darme cuenta estábamos muy cerca, hizo una mirada de solicitud pero era demasiado pronto para mí, lo desaprobé con un beso en la mejilla y la promesa de una próxima vez.

Mucha sinceridad y profundidad para ser la primera vez, un buen comienzo pensé, y con una expectativa enorme me despedí y fui a casa.

Al despertar mi amuleto había desaparecido de mi pecho, el recuerdo era contundente, pero su olor, el que se quedó en mi ropa, ya no estaba y él? Pues, él no volvió.
Estaba segura  que escribiría para agradecer o con alguna otra invitación a ver la luna. Pero ahora solo podía verlo en las noches, mientras dormía, ahí  sentados al pie de la bahía, siempre en la misma vieja banca, y noche tras noche en cada uno de nuestros encuentros, me regalaba la luna, el mar, me preguntaba que me gustaba y luego al tratar de responder, me interrumpía para darme un obsequio. 

- Espera un momento tengo algo para ti, esperas que lo busque?
-Seguro, aquí estaré. Le contestaba.
- cierra los ojos y recoge tu cabello...
-Es hermoso, es muy muy lindo, pero ¿por qué?, pregunté.
-Buscaba alguien especial y un lindo cuello a quien dárselo, creo que te lo ganaste.

Cada mañana todo se esfumaba como un el humo de este cigarro.
Brillaba como el sol, fuertes colores, flores talladas al rededor, y qué decir de las costosas incrustaciones, toda clase de piedras preciosas en el mismo objeto, pero lo más especial de este regalo, fue la energía con la que venía cargada, de promesas, esperanzas y un motivo más para sonreír.

El ausente amuleto cada mañana me dice que nunca existió, que lo soñé y que todavía lo espero.

Meses después ya había terminado de convencerme que los cuentos de hadas nunca existieron, que los príncipes azules se habían extinguido siglos atrás y que el amor era algo menos literario, algo más casual.

Aquel juramento de amor bajo la luna había sido sólo una ilusión, deseo reprimido que mi subconsciente que se mostró en forma de sueño, me decía mi psiquiatra una y otra vez en cada sesión, hice conciencia de eso, mire hacia el techo y me despedí de Wilfrido, ya había algo de confianza después de varias terapias de “olvida y supera en un mes”  salí del lugar y me olvide del asunto.

Decidí no sólo limpiar mi iluso pensamiento de princesa que espera en el castillo al osado príncipe que la hará feliz, también quise limpiar el apartamento, saque las cartas de amor del colegio, despegue los chicles de abajo de la mesa, limpie los viejos libros de poesía, bote algunos juguetes que nunca quise descartar, cuando de pronto lo veo, ahí estaba, camuflado entre el desorden de abajo de mi mesita de noche, escondido junto con el ya olvidado tomas, mi peluche.
El amuleto de aquella noche, resulto ser de verdad, ya no brillaba como la última vez, pero lo reconocí. La esperanza volvió, lamente no haber buscado debajo del nochero, lamente no haberlo llamado yo, lamente haber perdido lo más cercano al amor que alguna vez había tenido, lamente y lloré a ríos esa noche no haberlo besado cuando me lo pidió. Lamenté haberlo dejado ir.

Desde entonces Vuelvo aquel mágico lugar, me siento en la misma vieja banca y con el amuleto en mi cuello, recuerdo el cortó y épico idilio.

Frinny M torres.
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